Gerardo Velázquez Palacios | Internacionalista Universidad Iberoamericana León
Política Exterior: China – México

La República Popular China es un país con una historia y tradiciones milenarias. Una nación conformada por más de mil millones de habitantes distribuidos a lo largo y ancho de sus 9,596,960 kilómetros cuadrados de territorio. Actualmente al nombrar este país, es común pensar en aspectos como crecimiento económico, poderío militar, o libre comercio; sin embargo, China no siempre ha sido caracterizada por dichas cualidades.

1.  Similitudes Históricas

La República Popular China ha tenido una historia turbulenta, pues se ha visto inmersa en problemas sociales internos y en presiones externas, que han impactado y definido su política exterior. Estos dos factores también pueden ser vistos a lo largo de la historia de México, por lo que a continuación serán descritas y comparadas de manera breve, para poder así ahondar en cómo han sido las relaciones diplomáticas de estos dos países, y en qué se asemeja la política exterior de ambas naciones.

1.1. Descontento social
En este rubro, es posible observar que ambos países se han visto afectados por el descontento de su población en distintos –aunque próximos– periodos del siglo XX.
Primeramente, México experimentó una lucha armada en contra del entonces mandatario Porfirio Díaz en la que se buscaba la transición del poder y el respeto a los principios democráticos, la cual recibió el nombre de Revolución Mexicana. Este periodo comprendió de 1910 a 1917, siendo este último año cuando se promulgó la actual Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.

Por otra parte, China también experimentó un movimiento armado denominado Revolución China o Revolución de Xīnhà, que comenzó en 1911 y culminó un año más tarde en 1912. Iniciada mediante el llamado “Levantamiento de los Bóxers”, ésta buscaba la abdicación del Emperador Xuāntǒng y la caída de su dinastía Qing, para instaurar la República de China con un mayor acercamiento a la democracia. A su vez, buscaba que se les hiciera frente a las presiones que otros países ejercían a China para que así dejara de aceptar tratados desiguales con occidente mediante los cuales China resultaba claramente desfavorecida y perjudicada.

1.2. Presiones externas
En cuanto a las presiones externas se refiere, es posible observar, una vez más, la similitud entre lo sucedido en China y en México.

El caso de China es anterior a la Revolución de Xīnhà, pues como se mencionó anteriormente, la Dinastía Qing fue incapaz de frenar las presiones de otros países con China, lo que provocaba una constante imposición de tratados desiguales en los que China resultaba negativamente afectada. Al iniciar el siglo XIX, Gran Bretaña se había convertido en potencia mundial gracias a su avanzada flota naval, la cual le permitía llegar a una gran cantidad de puertos alrededor del mundo. Aunado a lo anterior, y como lo explica Henry Kissinger en su libro titulado China, “La riqueza y la importancia de China atrajo la atención de los imperios occidentales y de las empresas comerciales que operaban lejos de los límites del sistema conceptual del orden tradicional del mundo chino” (Kissinger, 53), lo cual habla que los occidentales –principalmente los británicos– estaban decididos a expandir tanto su lógica como sus prácticas occidentales, para incluir a China dentro de estas. En palabras del historiador francés Alain Peyrefitte: “Si China se mantenía cerrada habría que derribar a golpes sus puertas” (Kissinger, 65); es decir, los británicos buscaban sí o sí que China aceptara e implementara sus demandas, independientemente de cómo lo iban a lograr.

En cuanto a México, también es un país que se ha visto asediado en gran parte de su historia por otros países, principalmente por Estados Unidos. Así como China tuvo que ceder ante la incesante presión de los británicos, México tuvo que hacer lo propio en relación con Estados Unidos, pues desde su independencia, los distintos gobiernos estadounidenses han buscado la manera de influir en la toma de decisiones y en la política mexicana con la finalidad de alinear a México en un ambiente conveniente para ellos en el que puedan tener ventaja, satisfaciendo simultáneamente sus intereses nacionales. Lo anterior puede verse ejemplificado en los siguientes acontecimientos: la venta de más de la mitad del territorio mexicano a los Estados Unidos en 1848 mediante el Tratado de Guadalupe Hidalgo; el intenso cabildeo estadounidense previo a la venta de dichos territorios llevado a cabo por el nacionalista Joel Roberts Poinsett; o la exigencia norteamericana hacia el gobierno mexicano de pagar una indemnización por los daños sufridos durante el conflicto que generó la independencia de Texas en 1836.

2.  Las Relaciones Diplomáticas

Para poder hablar sobre las relaciones diplomáticas entre China y México, es importante notar que China no siempre ha sido la República Popular China como es conocida actualmente.

Este país, ha tenido –a lo largo de los siglos XIX y XX–  tres cambios políticos estructurales que han provocado que sus relaciones diplomáticas con otras naciones también se hayan visto reformadas; siendo una de estas, México. Como menciona el sexto tomo de la colección Historia de las relaciones internacionales de México, 1821-2010: “las autoridades mexicanas han tenido como contrapartes a los representantes de tres regímenes [chinos]: el imperial, hasta 1912; el nacionalista con sus diferentes variantes, entre 1912 y 1971; [y] el comunista, desde 1972 hasta ahora”. (Haro, León y Ramírez, 212) La cita anterior invita a describir de manera breve qué sucedió durante estas tres etapas, en cuanto a las relaciones diplomáticas bilaterales de estos dos países.

2.1. Dinastía Qing y el Porfiriato
Cuando la Dinastía Qing estaba llegando a su ocaso, en México se vivía en un contexto de estabilidad política, crecimiento económico y desigualdad social que resultaron rasgos característicos del Porfiriato. Si bien se buscó tener un trato bilateral con China cuando Maximiliano de Habsburgo llegó a México como parte del Segundo Imperio Mexicano (1863 a 1867), no fue sino hasta el 14 de marzo de 1899, durante el mandato de Porfirio Díaz, que, se firmó el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre China y México, resultando en el primer acercamiento –tanto diplomático, como comercial– que México hizo con el gigante asiático.

Dicho tratado se llevó a cabo debido a la necesidad de regular el flujo migratorio existente entre China y México. Esto se puede ver reflejado en la siguiente cita de Haro, León y Ramírez en la que se explica que:
A partir de la década de 1860, las migraciones chinas hacia México comenzaron a sucederse con mayor frecuencia. Es posible hablar de una migración muy pequeña, posiblemente en 1864; otra mayor en 1871, y una más en 1876, en el momento del ascenso de Porfirio Díaz al poder. Todas estas corrientes migratorias precedieron a la inauguración de las relaciones diplomáticas bilaterales en 1899 […] (p. 66)

Sin embargo, en 1908 comenzó un fenómeno denominado “antichinismo” basado en actitudes racistas y xenofóbicas en contra de los chinos por parte de los mexicanos. Este movimiento se dio debido a que: “[…] los detractores de la inmigración señalaban que los comerciantes chinos incurrían en prácticas laborales excluyentes, ya que únicamente contrataban a sus coterráneos, en detrimento de los mexicanos” (Haro, León y Ramírez, 101); es decir, que existía un resentimiento hacia los comerciantes chinos por excluir la mano de obra mexicana, lo cual generaba desempleo y falta de oportunidades para la fuerza laboral de un país impactado por la desigualdad social y la creciente inconformidad entre su población.

2.2. China Nacionalista y el México Posrevolucionario
Este segundo apartado es el más relevante para las relaciones diplomáticas entre estos dos países, debido a que, tras la Revolución de Xīnhà y tras la Revolución Mexicana, se instauraron nuevos gobiernos en ambos países, lo cual significaba una transición en las relaciones bilaterales existentes previo a las luchas armadas. Este periodo consta alrededor de 60 años, por lo que abarca varios acontecimientos y temas que son importantes de analizar.

El primero de estos siguió siendo la cuestión migratoria de chinos a México, pues según el censo de población de 1921: “En 1921, en el país residían 101,197 personas nacidas en el extranjero, de las cuales 14,185 habían nacido en China. La comunidad de origen chino era superada en tamaño tan sólo por la de los nacidos en España (29,115 personas)”. (Haro, León y Ramírez, 35) Hay que tener en cuenta que durante este tiempo seguía presente el “antichinismo”, por lo que en 1919 México buscó denunciar el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación existente con China para frenar el ingreso de inmigrantes chinos. Sin embargo, China se negó, por lo que continuó en vigor, introduciendo reformas en el apartado migratorio para limitar el flujo de chinos que ingresaban a México. Esta medida significó un distanciamiento en la relación bilateral de México y China, mas estas no se dieron por concluidas.

Por otra parte, en 1927 se inició la llamada Revolución Comunista China, la cual resulta crucial para poder comprender tanto la política exterior de China, como su historia moderna. En esta, participaron dos bandos encabezados por sus respectivos líderes; por una parte, se encontraban los nacionalistas bajo las órdenes de Chiang Kai-shek, y por otro, los comunistas dirigidos por Mao Zedong.

Una vez culminada esta lucha armada, “las tropas nacionalistas, derrotadas por los comunistas del continente, se batieron en retirada hacia la isla de Taiwán en 1949, llevándose consigo su aparato militar, el estancamiento político y lo que quedaba de la autoridad nacional”. (Kissinger, 108) Lo anterior da a entender que la fundación de Taiwán, está basada en una corriente nacionalista, y a su vez, se puede observar la división existente entre la China comunista (continental) y la China nacionalista (insular).
Como expone el sexto tomo de la colección Historia de las relaciones internacionales de México, 1821-2010 (Haro, León y Ramírez):

De 1949 a 1972, el representante de China reconocido internacionalmente fue el gobierno nacionalista instalado en Taiwán, con la designación oficial, existente desde inicios del siglo XX, de República de China. Como contraparte irreconciliable, en Beijing se instaló el gobierno de la República Popular China, reconocido apenas por un pequeño número de gobiernos, principalmente aliados o bajo el control soviético. (p. 211)

El caso de México no fue diferente a la mayoría de los países del mundo. México mantuvo relaciones diplomáticas con la República de China durante veintidós años; sin embargo, en 1971 –siendo presidente de México Luis Echeverría Álvarez– México rompió relaciones con Taiwán para iniciar en 1972 sus relaciones diplomáticas con la República Popular China. Este acontecimiento fue consecuencia del cambio en el <<statu quo>> internacional, pues México buscaba ser parte del nuevo sistema institucional internacional de la época, lo que implicaba    –en principio– reconocer a la China continental, no solo en su relación bilateral, sino también como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

2.3. La República Popular China y el México actual
A partir de 1972, México inició sus relaciones bilaterales con la República Popular China, lo cual significó aceptar el principio de “una sola China”. Este principio establece que “bajo ninguna circunstancia [China continental] aceptaría establecer relaciones con quien deseara mantenerlas, al mismo tiempo, con el gobierno de la provincia (en rebeldía, según su versión) de Taiwán, que tarde o temprano debía reunificarse con la patria.” (Haro, León y Ramírez, 234) Es decir que el gobierno mexicano únicamente podría establecer relaciones diplomáticas si reconocía a la China continental como la única China o la China legítima. Este principio se ha vuelto la base de la política exterior de la República Popular China, por lo que es aplicado como un condicionante previo al establecimiento de misiones diplomáticas con otro país.
A su vez, la situación del Tíbet representa otro punto importante de mencionar pues México se tuvo que alinear para poder establecer las relaciones bilaterales con la República Popular China. En este sentido, y como lo explican Haro, León y Ramírez:
Para el gobierno mexicano el caso del Tíbet es, hasta cierto punto, menos complicado: no hay un gobierno tibetano que, desde el territorio histórico del Tíbet, reclame para sí la soberanía y que haya pertenecido a organismos gubernamentales internacionales. (p. 495)

Esto habla que México no considera el tema del Tíbet como un problema tan complejo como la existencia de dos territorios que reclaman la misma soberanía, como es el caso de Taiwán y China. Sin embargo, el gobierno mexicano ha establecido dos líneas de acción con respecto al contexto que rodea al Tíbet, con el objetivo de evitar cualquier tipo de malentendido con China. Dichas líneas son las siguientes:
a)    Al establecer relaciones con China en 1972, México aceptó de “forma tácita” que la Región Autónoma del Tíbet (RAT) pertenece a la República Popular.
b)    Al reivindicar los principios doctrinarios de su política exterior, el gobierno mexicano se abstiene de opinar sobre temas relacionados con la RAT, pues se trata de “asuntos que caen exclusivamente en la jurisdicción interna del gobierno chino”.

En este sentido, México deja en claro que no se pronunciará al respecto del tema, pues reconoce que se trata de un asunto que le compete únicamente a China. De esta manera está dando un claro ejemplo del respeto que México le tiene a la soberanía de China y que en ningún momento planea intervenir en sus asuntos internos.

3.  Conclusiones

Tras haber expuesto las relaciones diplomáticas entre México y China, llegó el momento de presentar mis conclusiones personales tras haber elaborado la presente investigación. Dichas conclusiones tienen como objeto reflexionar y de alguna manera proponer hacia a dónde se dirigen las relaciones entre China y México en un mundo cambiante.

Primeramente, me di cuenta que entre estos dos países existen similitudes históricas, las cuales fueron detalladas al inicio del escrito. Estas semejanzas pueden incluso verse en el establecimiento de la política exterior de cada país, ya que ambas se caracterizan por el respeto a la soberanía de los demás países; por la no intervención en conflictos que no representen una amenaza para su seguridad nacional o su interés nacional; y finalmente por utilizar la diplomacia como medio para la resolución pacífica de conflictos. Estas tres características tienen que ver con la autodeterminación de los pueblos, es decir que cada país pueda decidir libremente sobre sus asuntos nacionales sin presiones externas o ajenas a éste. Creo que el que China y México tengan una política exterior que tome tan seriamente este principio, es señal de que ambos países sufrieron presiones externas y conocen el daño que esto representa; por tal motivo, pienso que optaron por aplicar una política exterior que tuviera como punto de partida el respeto a la soberanía de los países del mundo.

Si bien China en la actualidad mantiene una política exterior más agresiva con otros países, Henry Kissinger explica que China “nunca propugna la idea estadounidense del universalismo para difundir sus valores por todo el mundo” (Kissinger, 37) lo cual habla de que la política exterior de China no es provocadora ni belicosa, sino que se puede tornar agresiva en caso de que se vea amenazada su seguridad nacional.

Como segundo punto quisiera resaltar el fenómeno del antichinismo que se generó en México al inicio del siglo XX. Este movimiento llamó mi atención debido a que el sentimiento de no querer chinos en México porque les robaban los empleos a los trabajadores mexicanos, aunado a la discriminación racial que los chinos sufrían, está sucediendo 109 años después en Estados Unidos en contra de los mexicanos debido al discurso xenófobo planteado por el actual presidente Donald J. Trump.

Pienso que en la manera en que trates a las personas, estas te tratarán a ti, y en este caso en particular, el trato que se les dio a los chinos es el mismo trato que estamos recibiendo actualmente por el gobierno norteamericano. Esta cuestión llevada a las relaciones entre países, resulta de gran importancia, pues de no ser tratada cuidadosamente, puede desencadenar problemas e inconformidades entre las partes, dañando el vínculo existente entre ellas.

Por último, el tercer punto es sobre lo que puede suceder en la relación bilateral de China y México. Ante la incertidumbre y el ambiente de tensión que rodea la relación entre México y Estados Unidos, me parece que China es un país con el que México puede expandir sus horizontes, principalmente en materia de comercio y turismo. China es el país más poblado del mundo, lo cual también significa que existe un gran mercado de consumo para productos mexicanos. Creo que ahora es el momento indicado para que México se acerque a China, pues mientras Estados Unidos busca regresar al proteccionismo, el gigante asiático ha tomado las riendas del libre comercio y se ha convertido en el defensor de la globalización. Como lo mencionó la senadora Gabriela Cuevas, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores: “Hoy China vuelve a representar esa voz que le hace falta al mundo, la voz que habla por la globalización, por la cooperación, por trabajar de una manera unida y respetuosa entre los países, y hoy esa voz en México es bien escuchada”. (El Economista, 2017)

Por otra parte, el turismo entre China y México va en aumento. Señal de esto es que China Southern Airlines lanzó el primer vuelo de la ciudad china Guangzhou a la Ciudad de México, pues según la Secretaría de Turismo: “en 2016, México recibió 74,300 visitantes de China y para este año [2017] prevé que aumenten a 102,000”. (The Huffington Post, 2017).

En suma, la situación que vive el mundo actualmente brinda una gran oportunidad para México y China de fortalecer los lazos de una joven relación diplomática que este año cumplió apenas 45 años. En palabras del embajador de la República Popular China en México, Qiu Xiaoqi:
Las relaciones entre nuestros dos países se encuentran en su mejor momento histórico. Creo que esto se manifiesta en todos los aspectos: en lo político, en lo económico, en lo cultural. Vamos a tener otros 45 años como estos pasados, vamos a fortalecer nuestra cooperación en todos los aspectos, vamos a traer mucho beneficio para los dos pueblos. (Becerra, 2017)

4.  Bibliografía

Becerra, B. (2017). Relación China y México, en su mejor momento, dice el embajador Qiu Xiaoqi. elsoldemexico.com.mx. Obtenido de: https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/620717-relacion-china-y-mexico-en-su-mejor-momento-afirma-el-embajador-qiu-xiaoqi [Consultado: 25 Apr. 2017].
El Economista. (2017). Relación México-China está en su mejor momento: Embajador. Obtenido de: http://eleconomista.com.mx/sociedad/2017/03/19/relacion-mexico-china-su-mejor-momento-embajador [Consultado: 25 Apr. 2017].
Haro, F., León, J. & Ramirez, J. (2011). Historia de las relaciones internacionales de México, 1821-2010. Vol. 6. 1ra ed. México: Secretaría de Relaciones Exteriores.
Kissinger, H. (2012). China. 1ra ed. México D.F.: Debate.

The Huffington Post. (2017). Aerolínea china lanza primer vuelo a México. Obtenido de: http://www.huffingtonpost.com.mx/2017/04/14/china-southern-airlines-lanza-primer-vuelo-a-mexico_a_22039922/ [Consultado: 25 Apr. 2017].


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