Ileana Araceli Juárez Bravo | Comunicóloga  UNAM


La importancia del lenguaje en la vida social y evolución actual




“El lenguaje de hoy no es peor que el de ayer. Es más práctico. Como el mundo en el que vivimos”- Noam Chomsky

Introducción

Actualmente, vivimos en la llamada “era de la comunicación” en la que es posible conocer qué ocurre en cualquier parte del mundo en un tiempo casi inmediato, así como comunicarnos con quien deseemos sin importar la distancia representando un progreso en la sociedad actual y haciendo posible el acceso al conocimiento de manera prácticamente ilimitada.

Sin embargo, pese a que a diario nos comunicamos con otras personas mediante el uso de dispositivos móviles, pocas veces nos detenemos a preguntarnos acerca del proceso de comunicación y las características de éste, así como los cambios que han tenido que ocurrir en sociedad para llegar hasta el punto en el que nos encontramos, ubicándonos como seres sociales en un entorno en el que este proceso resulta vital para asegurar nuestra supervivencia y mejora de nuestra calidad de vida. De igual forma, parecemos no ser conscientes de la herramienta principal que nos permite llevar a cabo este proceso: el lenguaje.

No sólo hemos pasado por alto las características del lenguaje, así como el correcto entendimiento y aplicación de éste, sino que, con el auge del internet y las redes sociales, hemos vivido una evolución en la manera en que nos comunicamos; las reglas pareciesen haber cambiado al igual que los medios y sistemas del lenguaje topándonos a diario con modificaciones y deformaciones del lenguaje adecuadas a las condiciones tecnológicas y sociales actuales.

Debido a lo anterior, este documento se busca responder a la pregunta de cuál es la importancia del lenguaje para la vida social en general, con el fin de conocer y entender el proceso de comunicación que llevamos a cabo diario, el cual tiene una injerencia en nuestros pensamientos y acciones día a día.

La necesidad del lenguaje y el proceso de comunicación

El ser humano requiere de la comunicación para llevar a cabo la mayoría de sus actividades diarias. En esencia, la comunicación es un proceso completo que puede ser entendido mejor si se desglosa en sus partes más básicas. La palabra comunicación proviene del latín “communis” cuyo significado en nuestra lengua es “común”. Por ello, la comunicación consistirá en “compartir en sociedad algo por medio de un proceso afín, compartiéndose ideas, valiéndose para ello de las herramientas que el lenguaje proporciona.”[1]

En resumen, el proceso de comunicación es una relación emisor-receptor en la cual el emisor será el personaje encargado de comunicar una idea y el receptor quien la reciba y por medio de esto se establecerá un vínculo entre ambos de acuerdo con el fin que se busque, pudiendo conllevar además una relación de entendimiento, afecto, etc.

Resulta evidente la necesidad de definir el concepto de lenguaje dada su importancia en el proceso de comunicación. Sin embargo, como expresa Julia Kristeva “Cada época o civilización, conforme al conjunto de sus conocimientos, de sus creencias y de su ideología, responde de diferente manera y considera el lenguaje en función de los moldes que lo constituyen”[2], por ello, plantear un concepto general de lenguaje no sólo resulta complicado sino poco realista dado que éste depende por completo de la época y civilización de la cual se hable. Sin embargo, para fines de entendimiento en este documento nos referiremos por lenguaje a la cadena de sonidos articulados, red de marcas escritas o juego de gestos y/o lenguaje corporal que tiene como objetivo expresar una idea. Si bien esta definición resulta demasiado general, a lo largo de este trabajo se describirán diversos elementos del lenguaje que permitirán caracterizarla y detallarla más a fondo.
Lenguaje y sociedad. La evolución de las necesidades de comunicación en nuestro entorno.

El lenguaje como herramienta de supervivencia

Es a través del lenguaje que nuestras acciones, deseos e intenciones adquieren significación de sociedad.

Diversos científicos y estudiosos sobre el tema de la evolución han planteado que la aparición del ser humano como ser pensante u “Homo sapiens” está estrechamente ligada con el lenguaje. El paleontólogo sudafricano Phillip V. Tobias planteó en 1973 que el Homo habilis fue el primero de los ancestros del ser humano en ser capaz de hablar[3], llegando a esta conclusión tras el análisis de la forma del cráneo del homínido. De acuerdo con Tobias, el lenguaje del Homo habilis estaba formado por sencillos fonemas, reglas y aspectos sintácticos y gramaticales.

Se cree que, posterior a la aparición del lenguaje primitivo, fue posible la evolución de éste gracias a tres características: el aprendizaje individual, la transmisión cultural y la evolución biológica; estos se dieron a través de la adaptación del homínido a su entorno, así como el aprendizaje a partir de diversas experiencias por ello, se ha concluido que los homínidos primitivos tenían la capacidad de utilizar signos de tipo simbólicos para hacer referencia a cosas o fenómenos de su entorno.

Sin embargo, fue hasta la aparición del Homo erectus que se contaría con un aparato fonoarticulador que haría posible propiamente el proceso del habla. Con esta evolución, a nuestro ancestro primitivo le resultó más sencillo comunicarse con otros. A raíz de ello surgió el concepto del hombre como “ser social” el cual se vio obligado a establecer relaciones con otros seres humanos con el fin de asegurar su supervivencia. Es así que sus relaciones no se limitaron al plano reproductivo, sino también al de intercambio de bienes (economía), organización y creación de una estructura gobernante (política), entendimiento del comportamiento de otros para llegar a un objetivo (sociología), entre muchos otros tipos.

Por sorprendente que parezca, existen funciones del lenguaje que no ha cambiado mucho en nuestros días. Por ejemplo, ante una amenaza, a través del lenguaje nuestros ancestros alertaban al grupo y éste podía ya sea esconderse y protegerse o atacar con el fin de garantizar su seguridad. Hoy, los medios de comunicación nos alertan ante posibles desastres naturales que requieren que tomemos decisiones en sociedad para llevar a cabo acciones que garanticen nuestra supervivencia. Si bien los procesos se han vuelto más complejo, el fin sigue siendo el mismo: la agrupación en sociedad para la satisfacción de nuestras necesidades y la obtención del máximo beneficio a través de acciones en nuestro entorno.
Lenguaje, aprendizaje y evolución

Diversas teorías tanto evolucionistas como biológicas y sociales han planteado que el lenguaje además de ser un rasgo fundamental que nos distingue de las demás especies animales, nos permite llevar a cabo el proceso de aprendizaje de una forma acelerada y activa. “El lenguaje no es algo que simplemente aprendemos, sino que acontece en nosotros con grandes dosis de autonomía”[4], es a través del lenguaje que el niño aprende a través de la imitación el significado léxico de los elementos que lo rodean, por lo que dependerá enteramente del ambiente en el que se encuentre el niño.

Sin embargo, si bien todos los seres humanos independientemente de nuestra capacidad intelectual poseemos y conocemos al menos un lenguaje; surge la cuestión de si verdaderamente éste funge como elemento diferenciador de otras especies ya que podría ser posible que esta habilidad del lenguaje nos ofreciera solo una ventaja cualitativa y no cuantitativa con respecto a la forma de comunicarse de otros animales. Diversos estudios realizados con animales han llegado a la conclusión de que existen especies que tienen sus propios sistemas de lenguaje para comunicarse entre sí, mientras que otros utilizan la imitación para llevar a cabo el proceso de comunicación. Por ello, estudiosos en el tema han concluido que la diferencia entre seres humanos y animales no recae en la existencia o no del lenguaje, sino en las características de éste.

La ventaja evolutiva que poseemos como seres humanos con respecto a los animales en lo que respecta al lenguaje se debe principalmente a los niveles en el lenguaje humano: semántico, sintáctico, fonológico y pragmático.

El nivel semántico nos permite “entender las combinaciones de los significados de los elementos léxicos”[5], esto es, la capacidad de expresar varios significados y mensajes simbólicos como cuando una palabra adquiere significados diferentes (“estrella” como constelación y como figura de cine o televisión) o tenemos palabras distintas con el mismo significado (“educación” y “formación”), por mencionar algunos ejemplos.

Por otra parte, gracias al nivel sintáctico podemos expresar marcaciones que sirven de base para interpretar las combinaciones de significados y entender las cadenas del habla a través de un conjunto de reglas que rigen el ordenamiento de palabras y frases. Por ejemplo, la oración “bonita casa es mi”, resulta poco entendible debido a que no sigue las reglas sintácticas del orden de las oraciones (sujeto, verbo y predicado); en cambio, al aplicar éstas correctamente (“mi casa es bonita”) se obtiene una oración que adquiere lógica y sentido.

Es gracias al nivel fonológico que podemos “relacionar unidades lingüísticas con sonidos”[6]; esta es una característica propia del ser humano debido a que somos los únicos capaces de emitir sonidos articulados gracias a nuestro aparato fonador, la laringe. Por eso, cuando alguien en la calle grita “fuego” de inmediato lo relacionaremos con la idea de peligro y sabremos que debemos alejarnos del lugar. Esta es una poderosa capacidad del ser humano que no solo nos ha permitido asegurar nuestra supervivencia, sino además establecer poderosas y complejas relaciones humanas.

Por último, el nivel pragmático nos habla de la capacidad del ser humano de intercambiar un mensaje con otro interlocutor, siendo capaces de emitir este mensaje independientemente del contenido del mismo; es decir, podemos hablar de sentimientos (ira, tristeza, felicidad) sin encontrarnos en ese momento dominados por esas sensaciones. Esta capacidad nos permite ubicarnos como seres humanos en un nivel reflexivo superior en el cual somos capaces de mantener una distancia entre lo que sentimos y lo que comunicamos y es un recurso comúnmente usado por entes tales como actores, políticos, periodistas, etc.
El lenguaje como herramienta de organización

Además de la necesidad de supervivencia, una vez que el ser humano se estableció en grupos se dio cuenta de que la comunicación e interacción en sociedad también le permitían hacer una repartición del trabajo más equitativa, facilitando las tareas diarias.

Pronto los procesos y relaciones evolucionaron y los pequeños grupos se convirtieron en aldeas que experimentaron diversos cambios hasta llegar a lo que conocemos actualmente. Sin embargo, esta evolución no resultó tan sencilla debido a que evidentemente surgieron diferencias entre los miembros del grupo, provocando conflictos que amenazaban los intereses y bienestar de todos. Por ello fue necesaria la creación de reglas de convivencia en sociedad, así como de organismos y personas encargadas de regular estas relaciones con el fin de garantizar la adecuada interacción del grupo.

Una vez más, el lenguaje resultó el elemento que dio la pauta para llegar a este proceso, debido a que pronto los grupos se dieron cuenta que el comunicar sus inquietudes y discutir sobre los desacuerdos hasta llegar a una condición aceptada por ambas partes resultaba más seguro para la comunidad que recurrir a la violencia física. Con este descubrimiento, el lenguaje una vez más dio pauta a una evolución social del ser humano al permitirnos desarrollar nuestra capacidad de cooperación y organización.
Lenguaje y economía

El concepto de economía surge como algo innato en el ser humano debido a que éste “sin que deba tener consciencia de ello, reacciona de manera adaptada a circunstancias, constelaciones y oportunidades típicas en su momento”[7]. Por otra parte, otros autores han llegado a plantear incluso el concepto de homo economicus refiriéndose al ser humano como “una especie de robot insaciable que funciona accionado por el principio de la máxima satisfacción. Se trata de una criatura que se mueve para maximizar las preferencias”[8]. Siguiendo esta premisa, podemos observar al hombre como el personaje base de la economía, cuyo fin principal es la satisfacción de sus necesidades.

Es gracias a las relaciones de intercambio de bienes que el ser humano ha podido aprovechar sus capacidades en pro no sólo de la satisfacción de sus necesidades, sino de un incremento en su calidad de vida. Para entender esto podemos analizar el caso de un agricultor, el cual puede valerse de sus cultivos para cubrir su necesidad de alimento y sobrevivir. Sin embargo, si una parte de estos cultivos los intercambia con otro hombre encargado de producir textiles, ahora verá satisfecha no solo su necesidad de alimento sino de vestido y ambos hombres saldrán beneficiados con aquel trato.

Sin embargo, para que este intercambio pueda ser llevado a cabo es necesario que ambas partes no solo compartan el mismo sistema de lengua, sino que se establezca un nuevo sistema que siente las bases para que el proceso pueda ser llevado a cabo de manera justa y ambas partes obtengan beneficio de él. Por ello, fue necesaria la creación de un lenguaje nuevo que, además resultase prácticamente universal y facilitara las relaciones económicas. Este lenguaje es el de las matemáticas y permitió relacionar cantidades de un cierto objeto real con entes abstractos conocidos como números. Así, para un granjero fue posible cuantificar el número de vacas que poseía e intercambiar una de ellas por un objeto en una cantidad tal cuyo valor (entendiéndose por “valor” a un beneficio obtenido) fuese similar al de su vaca; poco a poco, la complejidad de estas relaciones se volvió complicado por lo que fue necesaria la creación de una unidad que facilitase este intercambio, surgiendo así los métodos de pago a través de metales que pronto evolucionarían a “monedas”. Una vez que este sistema se estableció, el lenguaje matemático también aumentó su complejidad y facilitó los rápidos cambios que ocurrirían en el proceso económico hasta nuestros días.

Pese a que muchas veces se ha considerado a las matemáticas como ajenas a la sociedad por pertenecer a la rama de las ciencias lógicas o formales, estas son conocidas como el “lenguaje universal” porque independientemente del sistema utilizado, obedecen a hechos reales en el universo que siempre son verdaderos independientemente del entorno. Por ello, a diferencia del lenguaje social tratado anteriormente, se dice que las matemáticas son un lenguaje que no ha sido creado por el hombre, sino por el universo y el ser humano sólo le ha dado un significado de acuerdo con el entorno que conoce.
Conclusiones

En este documento se desarrolló el concepto de lenguaje como uno de los elementos principales que ha permitido la evolución del ser humano, distinguiéndolo de otras especies, además de convertirse en una valiosa herramienta que permitiría la organización, el intercambio de bienes y la vida en armonía en sociedad. De esta forma, es posible concluir que gracias a esta evolución lo que inició como una herramienta de supervivencia, se convirtió en una necesidad del ser humano, ya que, la naturaleza misma del ser humano como ser social y ser comunicativo requieren forzosamente del uso del lenguaje.

Por otra parte, es posible observar la complejidad del proceso de lenguaje en un entorno de comunicación, ya que no basta con la existencia de éste para que un mensaje sea entendido adecuadamente y con ello realice la función deseada, sino que además existirán herramientas las cuales es necesario conocer y aplicar adecuadamente en el entorno en el cual se desarrolle la comunicación.

En resumen, el lenguaje es una de las principales herramientas que ha permitido el desarrollo de la vida en sociedad, siendo parte de cada una de las acciones del ser humano, especialmente de las referidas al proceso de comunicación en el que aparece como una herramienta obligada para lograr los objetivos que establece la relación emisor-receptor.

Referencias

Arias, C. Teoría y proceso de la comunicación. Ed. Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, Costa Rica, 2008, 125 pp.
Armentia, J. Fundamentos de periodismo impreso. Ed. Ariel, España, 2008, 321 pp.
Barbé, L. El curso de la economía, Ed. Ariel, España, 1996.
Barrera, C. Historia del periodismo universal, 2ª ed., Ed, Ariel, España, 2008, 419 pp.
Beorlegui, C. La capacidad lingüística del ser humano: una diferencia cualitativa. Revista de Filosofía de la Universidad de Deusto, Núm. 37, 2006.
Checa, A. Historia de la publicidad, Ed. Netbiblo, España, 2007, 234 pp.
Diccionario de la Real Academia Española, “Publicidad”, 2017.
García J., De los sonidos a los sentidos, Trillas, México 1996, 161 pp.
Gyorgÿ, L. Marx, Ontología del ser social. Ed. Akal, España, 2007, 224 pp.
Kristeva, J. El lenguaje, ese desconocido. Ed. Fundamentos, España, 1988, 298 pp.
Ricci, P. y Zani, B.  La comunicación como proceso social, Grijalbo. México.
Zavala, J. La Evolución del lenguaje humano. Revista de cultura científica, Facultad de Ciencias de la UNAM, Marzo-Septiembre 2013.


[1] Arias, Teoría y proceso de la comunicación, p. 1.
[2] Kristeva, El lenguaje, ese desconocido, p. 7.
[3] Zavala, La evolución del lenguaje humano, en línea.
[4] Beorlegui, La capacidad lingüística del ser humano: una diferencia cualitativa, p.140.
[5] García, De los sonidos a los sentidos, p. 98.
[6] García, De los sonidos a los sentidos, p. 56.
[7] Gyorgÿ, Marx, ontología del ser social, p. 145.
[8] Barbé, El curso de la economía, p. 31.

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