Juan Francisco Ángeles | Relaciones Industriales Universidad Veracruzana 



Introducción
En el ámbito internacional, la competencia por atraer más inversión extranjera, turismo y comercio; así como fomentar el desarrollo educativo y científico ha forzado a los países de la comunidad internacional a buscar nuevas maneras de promover una imagen positiva en el exterior. Ésta, a su vez, se ha promocionado a través de diversos elementos, como son: la identidad, los valores universales, la cultura, la historia, la geografía, la religión, el turismo, el valor de la sociedad, además de sus fortalezas económicas, tecnológicas y científicas.

En las últimas décadas, México ha enfrentado diversos desafíos internos, tales como un pobre desempeño económico, una dependencia comercial hacia Estados Unidos, un alto índice de corrupción y una violencia criminal generalizada, que conjugados con el narcotráfico han generado una imagen negativa de éste en el exterior. En la actualidad, la imagen de México se visualiza como la de un Estado en desarrollo, plagado de corrupción, lleno de exotismos, percepciones dicotómicas y con un repertorio turístico y cultural abundante.

La Cancillería mexicana ha reconocido este problema de imagen; por ello, en la Reunión de Embajadores y Cónsules de México de 2013, el embajador eminente y director asociado del Instituto Brookings, Andrés Rozental Gutman, recomendó revertir la imagen negativa de México en el mundo.[1] Del mismo modo, el secretario de Relaciones Exteriores en aquel año, José Antonio Meade Kuribreña, “instruyó a los representantes de México en el mundo a que, a través de las relaciones internacionales, promovieran los logros y fortalezas del país y presentaran a la nación como un país con instituciones sólidas”.[2]

Derivado de esta realidad se debe generar una estrategia que promueva desarrollo y seguridad interna y, al mismo tiempo, siembre una imagen positiva de México en el extranjero; para ello, el país debe impulsar una identidad que perdure en la percepción de los países del concierto internacional y fortalezca su relación con sus principales socios políticos y comerciales.

En este sentido, Canadá se perfila como un gran aliado ya que, en los más de setenta años de relación diplomática con México, ésta se ha percibido como amistosa y cordial, aunque quizá un poco fría y alejada en tiempos del primer ministro Stephen Harper (2006-2015), pues no brindó tantos beneficios si se compara con la relación que México posee con otros socios estratégicos. No obstante, con la llegada del nuevo primer ministro, Justin Trudeau, la relación ha mejorado. Por lo que México debe aprovechar esta coyuntura y llevar esta relación a un nivel más alto. Este trabajo conjunto podría generar un equilibrio de poder en Norteamérica y coadyuvaría a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de una manera más justa.

Con base en lo anterior, y ante unas relaciones diplomáticas más relajadas, es momento de utilizar la diplomacia cultural como una herramienta que acerque a los diversos sectores que forman parte de estas naciones para desarrollar una relación más estrecha. Esta nueva imagen será el resultado de una estrategia que refleje la realidad actual del país y su potencial como un actor en crecimiento dentro de la arena internacional.

La cultura e imagen en Canadá y México
En orden de volverse más atractivos, los países del concierto internacional fijan cada vez más su atención en la imagen que desean proyectar, tomando como base los elementos que más los caracterizan o distinguen dentro del orbe mundial. En este sentido, el gobierno federal canadiense ha utilizado a la cultura como una forma de poder blando, una forma para influir en los asuntos internacionales debido a que su capacidad política internacional es limitada. En este sentido, su promoción en el exterior se ha basado en difundir su herencia histórica-cultural, pero al mismo tiempo, en mostrar valores universales que definen y describen a la monarquía. Del mismo modo, ha hecho hincapié en las capacidades tecnológicas, económicas, sociales y políticas que posee para generar admiración, respeto e influencia.

De esta forma, Canadá reconoce que el impacto de una buena imagen en el exterior sirve como un medio efectivo para persuadir, obtener reconocimiento y poder incidir en diversos temas de la agenda internacional.[3] A pesar de que este país no es una potencia cultural como México, ha sabido utilizar mejor sus elementos culturales para adquirir una mayor presencia e imagen internacional. Básicamente ha apelado a una imagen basada en estándares de vida altos y la comunión de valores globales. La percepción que el concierto internacional tiene sobre Canadá es que es un país ejemplar en políticas públicas y un gran lugar para vivir debido a la apertura de su sociedad (multiculturalidad).

En el caso de México, la promoción de la cultura en el exterior se ha utilizado para generar influencia, reconocimiento, y en los últimos años se ha manejado como un instrumento para controlar los daños generados por las políticas públicas internas, o bien, por los estragos ocasionados por el narcotráfico, el crimen organizado, el abuso a los derechos humanos, la corrupción, etc. Luego entonces es necesario generar una estrategia que reposicione la imagen del país en el exterior.

La diplomacia cultural y la imagen
Si bien, el plan para reposicionar la imagen de México en el exterior, específicamente en Canadá, constituye un esfuerzo entre las capacidades logísticas y operacionales del país, también es necesario plantearse una estrategia mediática, así como de diplomacia pública y cultural que impacten sobremanera en el público meta. Si lo que se desea es influir favorablemente en la opinión y en la percepción de la sociedad extranjera, la cultura puede ejercer un poder suave capaz de generar reconocimiento, influencia y persuasión. Lo anterior, a su vez, promoverá una mayor inversión extranjera, mejorará el comercio exterior y brindará desarrollo económico, político y social en el país, además de generar programas de cooperación e intercambio educativo, científico y tecnológico más prometedores.

De acuerdo con Rodríguez, las actividades propias de la diplomacia cultural se basan en la organización y realización de eventos culturales y educativos que tienen el objetivo de promover las expresiones culturales y artísticas de un determinado país. Otra de sus tareas es el sostenimiento de encuentros y diálogo con funcionarios y académicos de los países receptores, todo ello con el fin de mantener relaciones bilaterales y generar acuerdos en materia cultural y académica.[4] También se encarga de gestionar y coordinar las actividades culturales y académicas internacionales de las representaciones de un país en el extranjero, así como servir de enlace en la construcción de un mayor acercamiento entre los países (país receptor y país emisor).[5]

En palabras de Fierro, es necesario buscar esquemas de promoción integral en donde se garantice un mayor impacto internacional, logrando con ello, matizar las notas negativas que los medios de comunicación masiva difunden de manera constante.[6] Para que ello suceda, es necesario diseñar planes y estrategias que no sólo promuevan la imagen de México en el exterior, sino que también busquen difundir la riqueza y magnificencia de la nación a través de la transmisión de valores e ideas.

Esta imagen, como lo expresa Villanueva, “se articula con las identidades nacionales, los contextos culturales y la dinámica de las interacciones estatales”.[7] Estos elementos dotan al país de una identidad única y, al mismo tiempo, expresan una serie de valores que, en el marco de una política exterior, pueden generar reconocimiento internacional y, con ello, una mayor influencia sobre las naciones.

Por otro lado, es imperativo trabajar en las percepciones e ideas que la comunidad internacional nos ha asignado como país. De acuerdo con Anholt, México ha sido víctima de la imagen creada por los Estados Unidos.[8] Si bien se reconocen los elementos de identidad que definen al país en el concierto internacional; es necesario entender el rol que han jugado los medios de comunicación extranjeros, así como los estereotipos negativos que los medios de entretenimiento le han asignado a la mexicanidad.

En el año de 2016 se realizó un estudio de imagen y percepción en la ciudad Montreal, Canadá con el objetivo de conocer qué pensaban los quebequenses sobre México. Se llegó a la conclusión que los aspectos positivos de imagen se basan en el patrimonio cultural, gastronómico y turístico del país. Por el contrario, los aspectos negativos radicaron en la delincuencia, el narcotráfico y la criminalidad, aunado a algunos estereotipos e ideas ambiguas y exóticas sobre el mismo.[9]
Al buscar neutralizar estas contracepciones y ambigüedades es imperativo mejorar la percepción y la visión que se tiene de México en el exterior. En este sentido, apreciar una imagen positiva generará “un fuerte impacto tanto sobre el proceso emotivo, la valoración ética y estética de las cosas, como en la construcción de la identidad y las relaciones sociales”.[10] Con ello, la imagen se magnifica y “genera el surgimiento de una nueva estética colectiva, nuevos códigos, signos, distintivos, marcas”;[11] es decir, ya no sólo se formarían imágenes sino una narrativa completa, un mensaje claro cargado de significados representativos que la cultura por sí misma puede transmitir.

Por su parte, Isaac Morales expresa que para que México adquiera una imagen renovada, la primera tarea es reducir la dimensión de los estereotipos que se toman como nacionales; de ahora en adelante se debe asociar lo mexicano a nuevas ideas, “con estándares sólidos de libertades y certidumbres (democracias participativas, derechos humanos, Estado de derecho y justicia social)”.[12]

Aunque se podría pensar que los contenidos de las actividades y proyectos culturales orquestados por las representaciones de México en el exterior son lo primordial, Luz Helena Baños afirma que es necesario conocer el objetivo que tendrá dicho evento, para qué se hace y qué se pretende lograr.[13] La difusión y promoción de la cultura en el exterior no recae en lo bonito del evento sino en la intención y significado que se le desee dar a ese proyecto.[14] En este sentido, “la diplomacia cultural debe, ante todo, provocar sensaciones para cambiar percepciones”.[15]

Generar una identidad de un país cooperante, responsable globalmente y en donde existe un Estado de derecho, serán elementos suficientes para forjar, en el futuro, un poder legítimo y de admiración dentro de la sociedad internacional; no obstante, es necesario alinear la situación interna del país con la identidad e imagen que el gobierno desee proyectar en el extranjero.

De este modo, las representaciones de México en el exterior, a través de sus agregados culturales, deben tener conocimiento sobre la estrategia central de promoción cultural y la imagen que el gobierno desea mostrar, además de reconocer el interés nacional. En este sentido, los agregados culturales deben conocer cómo opera la cultura y cuáles son los eventos en los que se debe estar presente; por lo tanto, las acciones de las agregadurías culturales deben coincidir con los principales proyectos artísticos del país receptor o donde se encuentren los principales consulados y la embajada de México (Vancouver, Toronto, Ottawa y Montreal).

A través de estos eventos y festivales se debe buscar mostrar al Estado mexicano como un país donde existe una gran diversidad y conciencia creativa, “desde las vanguardias hasta las expresiones culturales, el producto del México contemporáneo, vibrante, lleno de contrastes”. [16] Por otro lado, es necesario que los agregados culturales establezcan redes de contacto con los artistas mexicanos ubicados en estas circunscripciones; con ello, la logística y los gastos se disminuirían considerablemente. Además, invitar a la iniciativa privada a participar en los proyectos culturales sería un gran alivio para el insuficiente presupuesto con el que se cuenta. En este sentido, el sector privado podría participar a través de las industrias creativas produciendo, promocionando y comercializando bienes y actividades de contenido cultural y artístico mexicano.

Por otro lado, una situación que llama la atención es el inadecuado uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), redes sociales y elementos informáticos en la planeación y ejecución de los eventos culturales que tienen influencia y repercusión en la imagen del país. Lo expresado anteriormente no indica que no exista una difusión digital, en realidad sí existe; sin embargo, en ocasiones es deficiente debido a que no se utilizan los canales de comunicación adecuados, además de que no cuentan con estrategias de promoción digital. Si bien, no es un elemento de fondo sino de forma, es necesario promover ciertas estrategias para solucionar esta situación, la cual está impidiendo una comunicación adecuada entre los consulados y su público objetivo.

Coincidiendo con Baños, “poco de lo que la diplomacia cultural mexicana haga incidirá en forma adecuada en la imagen del país si no se cuenta con una estrategia mediática, porque en esa esfera se emiten mensajes que alcanzan a distintos públicos de manera simultánea e intensiva y modifican percepciones”.[17] De este modo, un mejor uso de las TIC serviría como una herramienta privilegiada para adquirir una mayor presencia.

Con base en lo expresado con anterioridad, es necesario trabajar en la digitalización de la cultura; con ello, su difusión y promoción serían menos costosas, llegaría a más personas y generaría una dinámica más intensa y activa, lo que atraería a una audiencia más variada. De este modo, no se estaría utilizando propaganda sino una promoción y difusión efectiva, “la cultura tiene en sí misma representaciones simbólicas”[18] que la hacen el instrumento perfecto para constituir y transmitir valores.

Conclusión
La diplomacia cultural mexicana necesita utilizar cada aspecto cultural del país para lograr sus objetivos de política exterior. En este sentido, las representaciones de México en el exterior deben ofrecer al público un proyecto sólido a través de una correcta organización y una adecuada curatoría, además de una excelente promoción mediática de los eventos. También, se deben fomentar los convenios de cooperación e intercambios académicos, culturales, científicos y de idiomas entre las universidades canadienses y mexicanas.

Promover una alianza que genere un equilibrio de poder en Norteamérica y sirva de contrapeso para los planes e ideas ortodoxas de los Estados Unidos serán los principales elementos para mejorar la relación entre México y Canadá, lo que a su vez logrará un mayor entendimiento e intercambio bilateral.

Fuentes de información
Angeles, Juan Francisco. La diplomacia cultural de México en la provincia de Quebec, Canadá, 2013-2015: Posicionamiento de la imagen de México en el exterior, [Tesis de licenciatura], Ciudad Universitaria. Universidad Nacional Autónoma de México, 2017, pp.159-170.

Guajardo, Marina. How is Mexico implementing its soft power vy means od its public diplomacy to influence its international image, [Tesis de maestría], Clingendael, Netherlands Institute of International Relations Clingendael, 2012.

Langner, Ana. “Reconocen que México tiene imagen negativa en el exterior”, [en línea], Diario El Economista, 7 de enero de 2013. Dirección URL: http://eleconomista.com.mx/sociedad/2013/01/07/reconocen-que-mexico-tiene-imagen-negativa-exterior [consulta: 22 de febrero de 2016]

Fierro Garza, Alberto. “La diplomacia cultural como instrumento privilegiado de la política exterior”, Revista Mexicana de Política Exterior, p.124

Montiel, Edgar. Diplomacia cultural. Un enfoque estratégico de política exterior para la era intercultural. Guatemala. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en Guatemala. 2010.

Rodríguez, Fabiola. “Diplomacia cultural.  Una nota explotatoria”, Revista Observatoire Des Amériques Montréal. Chronoiques des Amériques, núm. 3, vol. 14, junio, 2014, pp. 3-4.

Rodríguez, Fabiola. “Image Building: diplomacia cultural en la política exterior de Canadá”, Revista Mexicana de Estudios Canadienses (nueva época), núm. 16, México, Asociación Mexicana de Estudios sobre Canadá, A.C. Culiacán, México, 2008, pp. 133-153.

Villanueva, César. “Imagen y presencia de México en el mundo”, Revista Mexicana de Política Exterior, México, julio-octubre, 2012, p. 5.

Villanueva, César (cord.). Una nueva diplomacia cultural para México. Theoría, praxis y techné, México, Universidad Iberoamericana, 2015.


[1] Ana Langner, “Reconocen que México tiene imagen negativa en el exterior”, [en línea], Diario El Economista, 7 de enero de 2013. Dirección URL: http://eleconomista.com.mx/sociedad/2013/01/07/reconocen-que-mexico-tiene-imagen-negativa-exterior [consulta: 22 de febrero de 2016]
[2] Ídem
[3] Fabiola Rodríguez, “Image Building: diplomacia cultural en la política exterior de Canadá”, Revista Mexicana de Estudios Canadienses. núm. 16, México, 2008, p. 133.
[4] Fabiola Rodríguez, “Diplomacia cultural. Una nota exploratoria”, Revista Observatoire Des Amériques Montréal. Chronoiques des Amériques, núm. 3, vol. 14, Montreal, junio, 2014. pp. 5-6.
[5] Ídem
[6] Alberto Fierro, “La diplomacia cultural como instrumento privilegiado de la política exterior”, Revista Mexicana de Política Exterior, México, p. 26.
[7] César Villanueva, “Imagen y presencia de México en el mundo”. Revista Mexicana de Política Exterior. México, julio-octubre, 2012, p. 5.
[8] Marina Guajardo, How is Mexico implementing its soft power vy means od its public diplomacy to influence its international image, [Tesis de maestría], Clingendael, Netherlands Institute of International Relations Clingendael, 2012, p. 17.
[9] Juan Francisco Angeles. La diplomacia cultural de México en la provincia de Quebec, Canadá, 2013-2015: Posicionamiento de la imagen de México en el exterior, [Tesis de licenciatura], Ciudad Universitaria. Universidad Nacional Autónoma de México, 2017, pp.159-170.
[10] Edgar Montiel, Diplomacia cultural, Un enfoque estratégico de política exterior para la era intercultural, Guatemala, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en Guatemala, 2010, p. 10.
[11] Ídem
[12] Isaac Morales, “La proyección internacional de la imagen país: entre realidades y percepciones, política y mercado”, en Villanueva, César (cord.). Una nueva diplomacia cultural para México. Theoría, praxis y techné, México, Universidad Iberoamericana, 2015, p.111.
[13] Luz Elena Baños, “Retos de la diplomacia cultural del siglo XXI. Apuntes para una revisión crítica”, en Villanueva, César (cord.), Una nueva diplomacia cultural para México. Theoría, praxis y techné, México, Universidad Iberoamericana, 2015, p. 42.
[14] Ídem
[15] Ídem
[16] Alberto Fierro, “El azar y la negociación, elementos en la gestión de una estrategia de diplomacia cultural. Algunas experiencias mexicanas recientes”, en Villanueva, César (cord.), Una nueva diplomacia cultural para México. Theoría, praxis y techné, México, Universidad Iberoamericana, 2015, p. 197.
[17] Luz Elena Baños, op. cit., p. 52.
[18] Ibíd., p. 49.


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