Juan José Salgado Ávila | Internacionalista UNAM
¿A quién le importa la democracia?
Es pertinente aclarar que este trabajo considera a la democracia como el sistema que da acceso al poder a ciudadanos integrantes de una sociedad por la vía electoral; se hablará de la democracia entendiéndola como un mecanismo de elección de representantes que no reivindica ni garantiza el éxito programático de éstos en el gobierno. No obstante, es importante además remarcar que, siguiendo lo establecido por Robert Dahl en Poliarquía, se considera un gobierno democrático aquel que responda a las preferencias de los ciudadanos sin establecer diferencias políticas entre ellos, asegurando la oportunidad de que formulen sus preferencias; de manifestarlas públicamente entre sus partidarios y ante el gobierno, individual o colectivamente; y, por último, que garantice que no discriminará a nadie por causa u origen de tales preferencias (Dahl 1995).
Atendido lo anterior, entramos en tema.
Han pasado 17 años desde que se consiguió la alternancia en el gobierno de México después de más de siete décadas en el poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Se creía que ese era el paso definitivo de la democracia en México, que se había superado la etapa de autoritarismo revolucionario para darle entrada a la modernidad democrática, lamentablemente pareciera no ser así.
El comportamiento de las instituciones encargadas de velar la transición deja una palpable incertidumbre respecto a la consolidación de la democracia y, por consiguiente, surgen dudas acerca de la pertinencia de estas instituciones en los términos en los que ahora se desempeñan. Como ejemplo de lo evidente que resulta lo anterior para una parte de la sociedad, un grupo de intelectuales y académicos mexicanos, a través de la iniciativa Ahora (www.ahora.si), mostrando total desacuerdo con el desarrollo de los más recientes procesos electorales en el país (2017), exigen la renuncia de los consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral (INE) porque, en palabras de Sergio Aguayo: “no existen condiciones para una elección libre y confiable”.
Aunque por conocimiento de causa me haya referido especialmente al caso mexicano para empezar a introducir el tema, México no es el único que ha batallado con la consolidación de la democracia. Los países latinoamericanos, en general, lo han hecho, cada uno de forma diferente, pero siguiendo una línea cronológica parecida desde el retorno con la tercera ola democratizadora mundial, a finales de los 70. Incluso ahora son varios los países de la región que están atravesando procesos electorales, o pasaron por ello recientemente, más de uno con complicaciones: Venezuela es el más popular de los últimos. Por lo anterior considero prudente agregar al desarrollo del trabajo la causa Latinoamericana.
Ahora bien, han pasado un poco más de 30 años y el comentado reclamo de los intelectuales mexicanos a través de la iniciativa Ahora no es un buen indicio de la percepción ciudadana de la democracia en México, pero no deja de ser apenas un indicio. Es cierto que la democracia mexicana y sus instituciones generan incertidumbre en cierta parte de la sociedad, pero ¿cuál es la opinión pública al respecto?; ¿cómo evalúan la sociedades mexicana y latinoamericana la calidad de su democracia y los gobiernos que de ella emanan?; ¿qué opinión tienen la sociedad mexicana y latinoamericana sobre la democracia en general? Este trabajo pretende responder esas preguntas, indagar la calidad de la democracia y los gobiernos elegidos a través de ella, comparando la opinión de los mexicanos con la del promedio de la región, al tiempo que se relaciona la coyuntura con las opiniones rescatadas. Para dar salida a estas preguntas garantizando la uniformidad metodológica de las estadísticas usadas de guía, se utilizarán solo datos del informe 2016 del Latinobarómetro, la demás información será citada oportunamente.
Ahora bien, un primer indicio para saber cómo va la democracia es analizar qué tan democráticos son los gobiernos que de ella emanan. Un gobierno será mejor evaluado en ese sentido en tanto asegure la oportunidad de los ciudadanos de formular sus preferencias y de manifestarlas públicamente sin que sean discriminados por causa u origen de estas preferencias. Así pues, la pregunta que nos da guía será: ¿cómo cree que son las cosas en México?¿Se puede decir y criticar lo que uno quiere? En México apenas el 38% de los ciudadanos creen que esto es así, significativamente por debajo de la media latinoamericana que apunta al 51%. Influye en esa opinión vertida por los mexicanos, sin lugar a dudas, la percepción de violencia en contra de periodistas en el país, pues, según el informe de Violencia contra la prensa en México del primer semestre de 2017 de la organización Artículo 19, en el país se agrede a un periodista cada 15.7 horas, además de que, presumiblemente, el 50.7% de esas agresiones son cometidas por funcionarios públicos[1]. Es importante poner atención también a que “ARTICLE 19 identificó tendencias que permiten reconocer que en México la violencia contra la prensa [...] se acentúa de manera importante en los periodos previos a las elecciones federales de 2018 y posteriores a las celebradas este año” [2], puesto que podría indicar que los comicios electorales están relacionados con el incremento en la violencia y, por lo tanto, las instituciones involucradas en los mismos, en otras palabras, podría apuntar a que existe una relación entre la violencia y la democracia en México.
El gobierno mexicano, entonces, no sale bien evaluado en la materia de “gobierno democrático”, pues además de que el 62% de los mexicanos no cree que se pueda decir y criticar lo que uno quiere, manifestar sus preferencias públicamente sin ser discriminados; se ha generado un ambiente de violencia en contra de ciudadanos que hacen públicas sus preferencias en tiempos electorales, que hace posible pensar en establecer un vínculo entre el recrudecimiento de ese ambiente y el ejercicio democrático.
El actual gobierno engendrado por la democracia mexicana tiene una aprobación de apenas 25%, una vez más, abajo del promedio de la región que se ubica en 38%, una cifra significativa la de la región incluso, pues los gobiernos, en general, no son bien aceptados por sus pueblos en general. Buscando problemas transversales que puedan explicar la estadística, encontramos la corrupción, el caso Odebrecht, aunque empezaba el desarrollo al momento de levantarse el estudio del Latinobarómetro, es un ejemplo útil para evidenciar que la región comparte esa característica: la propensión a la corrupción, importantes funcionarios de varios gobiernos latinoamericanos se han visto inmiscuidos en esta trama.
En lo que corresponde a México, el actual gobierno tiene algunas cuentas pendientes con la ciudadanía al respecto, han sido varios los casos de posibles conflictos de interés en los que se ha involucrado a funcionarios del actual gabinete federal, relacionándolos con un par de empresas extranjeras, razón que podría explicar que a la pregunta: ¿diría usted que México está gobernado por unos cuantos poderosos en su propio beneficio, o que está gobernado para el bien de todo el pueblo? El 76% de los mexicanos hayan respondido que se gobierna por unos pocos poderosos en su beneficio, de nuevo peor posicionado que el promedio latinoamericano que marcó 73%, un porcentaje alto de cualquier manera.
Aumenta la gravedad de esta percepción que la presente administración mexicana tuvo como eje central de su administración, las llamadas reformas estructurales. Como su nombre lo dice, esta serie de transformaciones involucraron modificar la Constitución para su implementación, la reforma educativa y energética fueron las más mediáticas, no solo por la implicancia de su contenido (una de ellas abría las puertas a la inversión extranjera para explotar recursos petroleros y empresas derivadas después de casi 80 años de ser una capacidad exclusiva del Estado), sino porque en respuesta a él, se organizó una fuerte oposición cívica y política. La implementación de las reformas resultó dura para el gobierno, sobre todo porque parecía no tener respaldo popular, los escándalos de corrupción, han puesto en duda la libertad de acción de los políticos, pues a la pregunta: imagínese que el total de políticos de su país fueran 100. ¿Cuántos cree usted que son libres de hacer lo que quieran sin tener que devolver favores por financiamiento u otro tipo de influencia?, los mexicanos respondieron que 39, es decir, la gente cree que un poco más de 6 de cada 10 políticos actúan para pagar favores. Es importante remarcar este dato pues es indicativo de que, en la administración de las reformas estructurales, la opinión pública podría suponer que éstas pudieron ser una reacción a favores comprometidos por los integrantes del gobierno.
Este siglo ha visto cambios estructurales importantes en varios países de Latinoamérica, Ecuador y Bolivia, por ejemplo, tienen nueva constitución, en Venezuela incluso se ha llamado y constituido una Asamblea Constituyente; Michelle Bachelet hizo un llamado parecido en el año 2015, recordar que Chile sigue regido por la Constitución elaborada por Augusto Pinochet. Los cambios estructurales parecen peligrosos si consideramos que, por alguna u otra razón, la opinión de la gente dice que solo 39.7 de los políticos son libres de hacer lo que quieran sin tener que devolver favores por financiamiento u otro tipo de influencia.
La información vertida en el párrafo anterior da señales claras de que la clase política no solo mexicana, sino latinoamericana en general, está desencantada de ellos. Es el siguiente dato el que ayudará a comprobar la animadversión de las sociedades a sus respectivas clases políticas, el 56% de los mexicanos piensan que los políticos han perdido la credibilidad y no la recuperarán, es decir, más de la mitad de los mexicanos no creen en los políticos; este dato es preocupante si consideramos que los políticos son elegidos democráticamente, pues si más de la mitad de la población no creen ellos, entonces se hace latente la posibilidad de que su desencanto se extienda a la democracia. El promedio latinoamericano es de 46%, así que estamos viviendo una crisis de desafección por la política en la región.
Es momento de analizar qué tantos estragos ha causado esta crisis de la política en la percepción de la democracia. Un poco más de 30 años de recorrido democrático en la región ha hecho que los comicios electorales en la región sean una costumbre, intentando ser cada vez más legítimos, recientemente ha habido elecciones locales en México, generales en Perú, Argentina y Ecuador, primarias en Chile y en Argentina, hubo referendos por diferentes asuntos en Bolivia y Colombia, elección del Constituyente en Venezuela, entre otros; haciendo gala de la tradición democrática adquirida en la región; no obstante, habiendo recorrido más de tres décadas de este proceso, solamente el 34% de la población latinoamericana está satisfecha con la democracia, es un número considerablemente bajo.
El retorno a la democracia después de haber pasado por dictaduras militares o civiles, puso una alta expectativa en ella que, interpretando los datos antes rescatados, no ha podido cumplir. Es importante lo anterior pues, a pesar de la dureza de las dictaduras vividas en la región, el 47% de los ciudadanos está de acuerdo en que no le importaría que un gobierno no democrático llegara al poder si pudiera resolver los problemas económicos. Esta estadística además pone en el juego una nueva variable, la económica. La pobreza en México, por ejemplo, según el CONEVAL en 2014 en México había 55.3 millones de pobres, lo preocupante es que el número se había incrementado con respecto a 2012 cuando habían 53.3 millones[3]. En otras palabras, la política pública implementada por la administración no estaba siendo efectiva en el combate a la pobreza. La pobreza es una variable que puede parcializar cualquier opinión, es una situación de la que cualquiera anhela salir no importa cómo, democráticamente o no.
Lo anterior ha ocasionado que solo el 50% de los mexicanos estén de acuerdo o muy de acuerdo con la frase: algunos dicen que la democracia permite que se solucionen los problemas que tenemos, mientras que el promedio latinoamericano es del 61%. La sociedad mexicana es, entonces, mucho menos demócrata que el promedio latinoamericano, cosa que denota que algo no está convenciendo totalmente a la población de que la democracia sea la mejor vía para la solución de sus problemas. Mucho tiene esto que ver con el actuar de los gobiernos que han emanado de ella, constantemente involucrados en escándalos de corrupción e ineficaces en el combate a la pobreza.
Ahora bien, en qué radica la diferencia entre la democracia en México y en otras partes de Latinoamérica que hace que la percepción sea dispar. Mientras que en algunos países de América Latina se sustentó a la democracia en instituciones que rompían tajantemente con antiguas tradiciones dictatoriales, en México esas instituciones están diseñadas por el mismo aparato estatal que gobernó el país por más de siete décadas en respuesta a múltiples reclamos internos e internacionales que exigían al gobierno del país entrar a la modernidad democrática como el resto de la región y occidente. Esa es la causa que ha detenido la consolidación de la democracia mexicana, no es que ella no sea capaz de ser la vía por la cual se puedan resolver con apremio las urgencias de la población, el verdadero problema es que la democracia en México es el monstruo de Frankenstein de esta modernidad, pero sin corazón; no fue pensada para llevar al poder a ciudadanos capaces de solventar, a través de un gobierno democrático, los problemas que aquejan a la población, la democracia en México y las instituciones que la sostienen están diseñadas para que una élite, identificada por la población como vimos, conserve el poder a costa de los ciudadanos que emiten un voto intentando poner sus intereses a discusión en un par de plenos que parecieran no tener el menor interés de discutirlos.
Referencias:
Dahl, Robert ( 1995) Poliarquía, Madrid: Tecnos.
Informe 2016 Latinobarómetro.
Artículo 19, Violencia contra la prensa en México: primer semestre. https://articulo19.org/informesemestral2017/
CONEVAL, Medición de la pobreza en México y en las Entidades Federativas 2014. http://www.coneval.org.mx/Medicion/Documents/Pobreza%202014_CONEVAL_web.pdf
[1] Artículo 19, Violencia contra la prensa en México: primer semestre. Consultado el 19 de agosto de 2017 https://articulo19.org/informesemestral2017/
[2] Idem
[3] CONEVAL, Medición de la pobreza en México y en las Entidades Federativas 2014. Consultado el 20 de agosto de 2017. http://www.coneval.org.mx/Medicion/Documents/Pobreza%202014_CONEVAL_web.pdf
0 comments so far,add yours