Jaime Enrique Farrugia Casas | HISTORIADOR UNAM


Para poder definir de manera concreta, si la educación es en verdad una pieza clave para el factor cambio, en una sociedad, debemos de cuestionarnos en primera instancia, ¿Qué tipo de educación estamos refiriendo?, puesto que hablar estrictamente de ella, nos remonta a un tipo formal, la cual es sistemática, metódica y que a su vez es finita, es decir educación, impartida por el estado a partir de las características, económicas y políticas del país; sin importar que utiliza ideologías, para poder dar una respuesta al conjunto estudiantil, proponiendo, que entre más alto en el escalón escolar llegues mejores y mayores, serán tus condiciones de vida; Althusser, definía que en este tipo de educación, “se aprenden habilidades, pero al mismo tiempo, se aprenden las reglas del buen uso de las convivencias que estrictamente debe observar todo agente de la división del trabajo; una moral de conciencia cívica y profesional, por lo tanto el respeto a una división social-técnica del trabajo, establecidas por la dominación de clase”[1].

Entendiendo esto, podemos comprender que existan escuelas[2], generadoras de las masas proletarias y otras muy mínimas, que van a enseñar a los futuros capitalistas del mañana, a ubicarse en el peldaño que les corresponde. En este sentido, las escuelas son reproductoras, de la hegemonía e ideología del poder político y de todas sus vertientes. Siendo clasistas en el sentido estricto, de que no toda la sociedad pueda llegar a tocar su suelo, utilizando prácticas selectivas para seleccionar del conjunto de la población, a un reducido grupo de individuos que demanda el mercado, y así lograran alcanzar, subir poco a poco, cada peldaño, enfrentando un reto cada vez más adverso en todos los niveles escolares –primario, secundario y universitario- son de hecho, y por circunstancias aparentemente ajenas a la propia estructura, y que son de hecho injustos.[3]

Podemos poner como ejemplo, el ingreso a la Universidad en sus niveles , en el ciclo escolar 2013-2014, abrió 80’075 lugares, en una competencia donde participan 406’012 aspirantes; se dejó fuera de la Universidad Nacional, aproximadamente, a 325’622 personas, los estudiantes, “hijos de campesinos, artesanos, obreros, y la gente de escasos recursos, están económicamente condicionados de tal manera que de poco le sirve el precepto legal que asegura que todo habitante de la República tiene derecho a recibir una educación amplia y de poco le aprovecha, que el estado le garantice la igualdad de oportunidades. Confundir igualdad de oportunidades con igualdad de posibilidades es una manifestación ideológica más. Es inútil que la ley prescriba toda acción discriminatoria sabiendo que esa discriminación es efectiva y muy real desde que el niño está en el vientre materno”.[4]

“Ser joven en cualquier época implica una gran responsabilidad, la juventud tiene que asumir su responsabilidad histórica, tiene que entender que no hay lucha de generaciones, que hay  enfrentamientos sociales y darse cuenta que hay alguien que no alcanza condiciones adecuadas, y que  aún se le puede enseñar con un lenguaje juvenil y no universitario, puesto que ellos tiene que ser un factor dinámico del cambio sin perder los perfiles de la realidad, la revolución no pasa por la universidad, la hacen los pueblos y los trabajadores” [5]; siguiéndonos en esta lógica el estudiante, deberá permanecer estrechamente relacionado al mundo social en el que vive y del cual ha emergido; y por ello, “el educador, deberá de transmitir de manera fiable y veraz las ideologías, no con el fin de obligarlos a ser militantes partidistas o apartidistas, sino enseñar en este sentido a ser críticos de un verdadero proceso político, es decir, transmitir un verdadero sentimiento de libertad de espíritu.  De lo que se trata es de escuchar las preguntas más frecuentes y aparentemente más sencillas de los estudiantes, de los padres y de los maestros. Tal vez descubramos que son nuestras propias preguntas las que, al carecer de respuesta,  las hemos llenado con palabras huecas”.[6]

La educadora Adriana Puiggros, decía que la educación en América Latina encuentra sus límites en donde los discursos escolares se acaban y comienza el rugir de enunciados traicionados, reprimidos o negados. Se producen y le producen enunciados que no solamente están prohibidos en el sistema educativo liberal latinoamericano, sino que están negados: que no se reconocen como educacionales, que se consideran inexistentes. Es lo considerado irracional y asistemático, la continuidad de la cultura no está garantizada por la función reproductiva de la educación, que siempre termina en la decadencia, sino por su fracaso que permite el retorno de lo reprimido.

Por tanto, debemos reconsiderar la educación desde la visión informal,  con los puntos y perspectivas de la sociedad en la que vivimos, retomarla como papel característico de la realidad, “hoy más que nunca la sociedad necesita educación en todos los ámbitos que la integran. En el hogar y las escuelas es en donde habrán de generarse los conocimientos necesarios para que sus integrantes vivan con respeto y libertad”[7],  enseñar para hacer y no complacer a los demás, por lo tanto, considerar en este sentido que todos somos educadores, no podemos ni debemos de ser neutrales ante las situaciones en las que vivimos, soltar ese miedo a la libertad, atacar a lo que se tiene que atacar, y luchar; suprimiendo las ideas, antisociales y discriminatorias, y si aún no comprendemos que la familia son los primeros educadores de la célula social, como queremos dar un cambio verdadero si no les abrimos los ojos a aquellos en los que recae la enorme responsabilidad de inculcar y enseñar.

Nuestra sociedad necesita de personas creativas que se preocupen por el contexto que lo rodea, esa sería la principal esperanza para nuestra sociedad tecnócrata, enfrascada en un digito, sin más valor que presunción, por lo tanto, si queremos considerar a la educación, como un punto principal para el cambio social, debemos de inculcar las ideas de libertad y de dignidad con la que haremos un bien.[8]

Tomando en cuenta los análisis vertidos, si en estos momento ponemos a disposición un cambio social a través de las masas educativas, no se procedería verdaderamente a un cambio radical en el sistema; primero debemos cambiar la concepción de enseñar, para que así, generemos hombres y mujeres coherentes y críticos de su entorno, no importa cómo ni porque nunca dejamos de aprender, si logramos buscar en la educación formal conjuntar varias ideologías, las partes tecnocráticas quedaran a un lado y así los universitarios, generaremos visiones verdaderas de los retos que debemos enfrentar, y a través de estos evaluar consiente y eficazmente, que medio generará un cambio.

El luchar sin un sentido claro, hace que todo movimiento, por más estudiantil e ideológico que sea, estará destinado a recaer y desvirtuar el punto clave del por qué se lucha.

Podemos concluir que la educación impartida desde un punto de vista crítico, puede ser un factor pertinente para ser un cambio social eficiente; pero para poder llegar a ese punto debemos de reestablecer a las instituciones su papel formador de críticos, analíticos de su entorno, evaluando de manera abierta los postulados dados desde un punto de vista formal e informal. A mi consideración es un largo camino que nos falta recorrer actualmente para que sea de verdad un cambio radical y verídico.

Referencias Generales:
Luis Machado, (1977), “la revolución de la inteligencia”. Barcelona. Seix barral.
Erich Fromm, (1985), “el miedo a la libertad”. México. Planeta.
Helios Herrera, (2012), “tu carrera después de la carrera”. México. Selector.

Referencias específicas y citadas:
Louis Althusser. (1985). Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. México: Ediciones Quinto Sol.
Francisco Gutiérrez. (1984). Educación como praxis política. México: Siglo Veintiuno Editores.
Guadalajara, Jalisco “Discurso de Salvador Allende, sobre la educación”, 2 de Diciembre de 1972
Adriana Puiggros, (1996), “imaginación y crisis en la educación latinoamericana”. México: Siglo veintiuno editores.
José Reyes. (2008),”Guía práctica de buenas costumbres  para todos”. México. Impresos y 
acabados editores.
Carta de Juárez a Pedro Santacilia. Veracruz, abril 1 de 1859 y diciembre 7 de 1863, archivos privados, 1928




[1] Louis Althusser. (1985). Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. México: Ediciones Quinto Sol
[2]Institución social, en donde se da un proceso de socialización.
[3] Francisco Gutiérrez. (1984). Educación como praxis política. México: Siglo Veintiuno Editores.
[4] Op.cit Educación como praxis… 
[5] Guadalajara, Jalisco “Discurso de Salvador Allende, sobre la educación”, 2 de Diciembre de 1972
[6] Adriana Puiggros, (1996), “imaginación y crisis en la educación latinoamericana”. México: Siglo veintiuno editores.
[7] José Reyes. (2008),”Guía práctica de buenas costumbres  para todos”. México. Impresos y acabados editores.
[8] carta de Juárez a Pedro Santacilia. Veracruz, abril 1 de 1859 y diciembre 7 de 1863, archivos privados, 1928