Miguel Ángel Uribe Hernández | Internacionalista UNAM

La voz del articulista




 




Introducción
 
Casi la totalidad de las mayores potencias a lo largo de la historia universal han surgido en la masa continental euroasiática: Atenas, Esparta, Roma, Persia, Bizancio, el Califato Árabe, el Imperio Mongol, España, Francia, Gran Bretaña, Alemania Nazi, la Unión Soviética, etc. Hasta el momento, los Estados Unidos de América (EUA) representan la única excepción a la regla. No obstante, cabe la posibilidad de una segunda excepción dado que otro país del hemisferio americano pudiese alcanzar el estatus de gran potencia en el curso del Siglo XXI: Brasil.


China, India y Rusia (euroasiáticas todas ellas) son usualmente mencionadas como los candidatos más viables para alcanzar la posición de grandes potencias y, en algunas ocasiones, se discute su potencial de convertirse en superpotencias. Sin embargo, como se verá más adelante, también es importante tomar a Brasil en consideración para analizar el balance mundial de poder durante el presente siglo.

En un inicio, Brasil originalmente era una colonia de la corona portuguesa, que dependía de la exportación de materias primas. Esa situación ha evolucionado considerablemente. De hecho, el PIB nominal de Brasil –USD $2,253,090 millones– es más de diez veces superior al de Portugal –USD $212,446 millones– , su antigua metrópoli (International Monetary Fund –IMF–, 2012), lo que le convierte en la segunda mayor economía del continente americano, tan sólo por detrás de la estadounidense. Además, de acuerdo con el Banco de Inversiones Goldman Sachs (2005) y su proyecto de investigación BRIC, se pronostica que, para 2050, Brasil será la cuarta mayor economía mundial, superado por China, EUA e India –en ese preciso orden–.

Adicionalmente, es preciso subrayar que, a diferencia de muchos otros países latinoamericanos, Brasil ha desarrollado una importante capacidad industrial como resultado de sus políticas económicas. Empresas brasileñas incursionan en sectores tales como la siderurgia, la petroquímica, la banca, los servicios de telecomunicación, la energía, la minería, la automotriz, la aeronáutica, la producción de etanol, entre otros. Además, Brasil participa en proyectos de investigación espacial. Finalmente, su sector agropecuario es también competitivo a escala internacional (Central Intelligence Agency -CIA-, 2013).

A la luz de lo anterior, Brasil ha acumulado las octavas mayores reservas de divisas extranjeras –USD $223.2 mil millones–. Además, la estructura del comercio exterior brasileño parece haber sido estratégicamente diseñada para diversificarse lo suficiente como para evitar que sus flujos no dependan exclusivamente de un mercado único. Por ende, una lista de los principales socios comerciales de Brasil en cuanto a exportaciones e importaciones incluye a EUA, la República Popular China y Argentina. (Central Intelligence Agency -CIA-, 2013).


En lo concerniente a extensión geográfica, Brasil es el quinto país mundial, dado que su territorio ocupa casi la mitad del cono sudamericano. Posee numerosos depósitos de minerales industriales estratégicos tales como hierro, manganeso, uranio, bauxita (mena de aluminio), cobre, plomo, tungsteno, zinc y oro. En cuanto a recursos energéticos, Brasil es el quinceavo productor global de petróleo y su participación en el mercado petrolero internacional ya que cuenta con la reserva de oro negro en América del Sur (Central Intelligence Agency -CIA-, 2013). Esta dotación de recursos naturales, es imprescindible enfatizar, es uno de los elementos que determinan las capacidades de poder de un Estado nacional (Morgenthau, 1985).

La combinación de una sólida economía industrial más una reserva considerable de recursos naturales clave le ha permitido a Brasil desarrollar un complejo militar – industrial nacional (representado por exponentes como Embraer y Helibras) que manufactura productos competitivos para los mercados tanto interno como internacional (Defense Update, 2013).
En ese orden de ideas, es oportuno señalar que durante las últimas etapas de la Guerra Fría, Brasil disponía de un programa clandestino de armamento nuclear que fue abandonado, lo que significa que el coloso sudamericano tiene la capacidad tecnológica, personal especializado con el know how necesario y el acceso a suficiente material de fisión para fabricar armas nucleares (Global Security, 2009), por lo que, en un futuro, en caso de que Brasil tenga la determinación política para ensamblar sus propias armas nucleares, podrá lograrlo sin ningún obstáculo técnico significativo.

Sin embargo, es erróneo interpretar el ascenso de Brasil como potencia regional meramente como resultado de factores únicamente económicos. Existen numerosas circunstancias geopolíticas que han creado un contexto favorable para que Brasilia alcance una posición de gran potencia. Brasil tiene una posición geográfica privilegiada ya que no colinda con ninguna potencia y/o coalición hostil. Lo mismo no puede decirse de China, de la India o de Rusia.

Durante la administración presidencial de George W. Bush, los recursos militares y diplomáticos de Washington se concentraron excesivamente en Oriente Medio (Irak) y Asia Central (Afganistán). Como resultado de ello, EUA no prestó demasiada atención a Latinoamérica. Durante la última década, han llegado al poder diversos gobernantes cuya orientación con los intereses estadounidenses, regionales y extra regionales, es escasa. Esta lista incluye, en mayor o menor medida, a Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
La presidencia de Barack Hussein Obama ha colocado un mayor énfasis sobre Asia Central y el Pacífico Asiático –es decir, sobre la necesidad contrarrestar la emergencia tanto de Rusia como de China–. Por ende, Latinoamérica no ha sido y probablemente no será una prioridad en un futuro previsible para EUA ni tampoco para la actual administración presidencial.

Este vacío de poder regional es una oportunidad que Brasilia ha aprovechado para incrementar su propio poder. Argentina solía competir con Brasil, codiciando ambos el liderazgo regional. Sin embargo, Argentina implosionó política, social, económica y financieramente a finales de los 90 y aún continua en proceso de recuperación. Los Gobiernos argentinos post crisis aparentemente han determinado que, dadas las circunstancias y la creciente disparidad entre ambos vecinos, Argentina no se encuentra en condiciones de competir con Brasil y, en consecuencia, Buenos Aires ha decidido unirse a Brasilia como socio minoritario. A partir de entonces, ambos países han estado fortaleciendo sus lazos mutuos para impulsar la cooperación bilateral.

Por otra parte, México está demasiado lejos de América del Sur por lo que difícilmente podrá rivalizar con el liderazgo regional brasileño. Además, dicho país ha decidido buscar un mayor grado de integración con EUA y con Canadá, sin mencionar sus complejas problemáticas internas.


En otro orden de ideas, la diplomacia brasileña ha sido prudente, asertiva y pragmática. Brasilia mantiene buenas relaciones con las grandes potencias –EUA, China, Rusia y Europa– porque no desea alienar a ninguna de ellas. Es importante tener en cuenta que Brasil aspira a conservar y, posteriormente, consolidar su primacía en América Latina, procurando bloquear el acceso al cono sur de potencias extra-regionales mediante aliados locales.

De hecho, la participación brasileña ha sido notoria en la desactivación de crisis regionales, lo que implica que el coloso sudamericano no desea ver su periferia inmediata desestabilizada o balcanizada. Además, cabe suponer que Brasil está interesado en expandir su esfera de influencia más allá de las Américas dado que, el Gobierno brasileño designó su propia “zona de intereses” en la Antártida (Marks, 2013), en donde Brasilia opera una base de investigación conocida como la Estación Antártica Comandante Ferraz.

La política exterior brasileña es más independiente de los EUA de lo que solía ser. Esto significa que, actualmente, Brasil es lo suficientemente poderoso para resistir la presión estadounidense; pero no lo suficientemente fuerte como desafiar el poderío norteamericano por cuenta propia. Aún resta saber si lo hará en el largo plazo.

Brasil también ha impulsado su agenda mediante un marco institucional. Por ejemplo, Brasilia ha estado buscando la consolidación del bloque comercial MERCOSUR –Mercado Común del Sur–, mismo que incluye, además de Brasil por supuesto, a Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela (Bolivia se encuentra en proceso de adhesión).

Por otra parte, la Unión de Naciones Sudamericanas –UNASUR– es un organismo intergubernamental más amplio que incorpora a los mayores bloques comerciales de la región: MERCOSUR y la Comunidad Andina. Esta entidad ha servido para que Brasil lance sus iniciativas. Brasilia incluso ha sugerido que los Estados miembros de la UNASUR deberían avanzar hacia la creación de una estructura militar regional denominada Consejo de Defensa Suramericano –CDS–, una entidad que promueva la cooperación en materia de defensa en aras de impulsar la estabilidad y la seguridad regional.

Lo antes mencionado es relevante en virtud de que demuestra que la atracción gravitacional brasileña ha estado creciendo tanto en términos económicos como geopolíticos. Es conveniente subrayar aquí que la riqueza económica y el poder (geo)político se refuerzan mutuamente. Por ende, la expansión paralela de bloques comerciales y mecanismos de cooperación de naturaleza política no es producto de la coincidencia. 

Conclusiones

A la luz de lo anterior, es posible concluir que Brasil está seriamente comprometido con la solidificación de su papel como potencial regional, lo cuál sería un paso decisivo hacia la posición de gran potencia. Por ende, es previsible asumir que Brasilia invertirá cuantiosos recursos económicos, militares, diplomáticos y geopolíticos en tales esfuerzos. Hasta el presente, Brasil no pretende desafiar a ninguna potencia mayúscula, pero ha procurado expresar claramente que América del Sur constituye su periferia inmediata, por lo que su objetivo central consiste en consolidar su primacía regional para, posteriormente, proyectar su influencia proyectar su influencia en otras latitudes de ultramar. En consecuencia, se puede afirmar con certeza que cualquier relación de los mayores jugadores geopolíticos en el siglo XXI que no incluya a Brasil estará incompleta.




Referencias

·         Central Intelligence Agency -CIA-. CIA World Factbook. Recuperado el 20 de mayo de 2015, de https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/br.html

·         Defense Update. Brazil’s Defense Industry – Market Report 2012-2017. Recuperado el 20 de mayo de 2015, de http://defense-update.com/20130407_brazils-defense-industry-market-report-2012-2017.html

·         Global Security. (2009). Brasil - Nuclear Weapons Program. Recuperado el 20 de mayo de 2015, de http://www.globalsecurity.org/wmd/world/brazil/nuke.htm

·         Goldman Sachs Global Economic Group (2005). How Solid are the BRIC’s? Global Economics Paper No: 134. New York: Jim O’Neil.


·         Marks, R. (2013). ANTARCTICA: The Real No-Man's Land. Recuperado el 15 de mayo de 2015, de http://www.exploratorium.edu/origins/antarctica/place/nomansland.html



                   Morgenthau, H. (1985). Politics Among Nations. Virginia: Book-mart Press Inc.