Ana Laura Grano Lopez | Internacionalista UNAM

“Mientras más matas más gobiernas” Álvaro Obregón, extracto del libro, “México Acribillado”. 

“La violencia, detenta el poder”  Hannah Arendt


El panorama sombrío y de muerte del proyecto neoliberal, no ha logrado apagar la esperanza y la lucha, la escena que se propone para el análisis de la representación de la muerte en las redes del narcotráfico ya no se refiere al acto mismo de matar, sino a la forma en que el acto se convierte en discurso a través de los medios de comunicación. 

     El narcotráfico produce costos en el agregado de la sociedad, lo cual no impide que también genere beneficios para algunos segmentos, como lo son los medios de comunicación, demostrado que tiene un alto grado de poder sobre estos, en Estados como Tamaulipas, el Cártel del Golfo no solo dispone de campos de entrenamiento para sus sicarios, sino que ha conseguido distorsionar la cobertura informativa con los costos sociales que esto implica. 

     El sometimiento de la prensa no solo se debe a las amenazas para que los reporteros dejen de investigar actividades ilícitas, estos grupos delictivos llaman directamente a las mesas de redacción para obligar a los medios a publicar información que les interesa, aun cuando está sea falsa.[1] 

     La teoría de sistemas de Talcott  Parsons, explica la carta que en este juego, tienen los medios de comunicación como actores mediáticos, analizando, que un sistema es un conjunto de objetos unidos por alguna forma de interacción o Interdependencia, cualquier conjunto de partes unidas entre sí puede ser considerado un sistema, desde que las relaciones entre las partes y el comportamiento del todo, son el foco de atención, un conjunto de partes que se atraen mutuamente o un grupo de personas en una organización, una red, y aquí, donde comienza la organización, es donde realmente comienza el problema. 

    Cada vez que colocan un mensaje junto al cadáver de un ejecutado, cuando hacen advertencias con el característico sello de violencia de algún Cártel, con algún crimen o algún hecho violento, las organizaciones de delincuentes buscan exhibirse. 

     Con estos hechos, los criminales tratan de intimidar a sus adversarios, a sicarios, a sus competencias y buscan reafirmarse a sí mismos dentro de sus códigos de comportamiento. Pero sobre todo intentan generar un clima de aprensión en la sociedad, crear miedo. Y en esa afanosa tarea a veces encuentran la desprevenida colaboración de los medios de comunicación. 

     En vista de que en México hay muchos reporteros idealistas, que en efecto, sueñan con que un día las cosas cambien, no saben que dentro de los medios de comunicación, se encuentran los llamados “informantes”, agentes encubiertos o espías de doble cara, que se mezclan entre ellos para obtener información, la cual, surge en el momento preciso y necesario.

     Bajo el lema de “plata o plomo” acuñado y hecho famoso primero por el fundador del Cártel de Medellín, Pablo Escobar, y tomado como propio algún tiempo después, por el narcotraficante mexicano Pablo Acosta que operaba principalmente en Chihuahua y Durango, es utilizado de manera diferida, como un lenguaje universal (binario como lo explica Nicklas Lumahnn[2]) en el medio de las drogas, amenazan e infunden terror y algunas veces, llegan al precio, y es obvio que entre plata y plomo, lo sugerido es, la plata.

     Los medios de comunicación difunden los hechos porque son noticia, les darán la nota del día, de la semana, tal vez del mes, en muchas ocasiones la publicación de estas “noticias”, le permite a la sociedad conocer y apreciar más de cerca las dimensiones que ha alcanzado el crimen organizado. Pero esta difusión reiterada y dada al lector de la manera más irresponsable, especialmente cuando se publican imágenes de los crímenes, puede crear un efecto negativo en el lector.

     La información dada sin jerarquización, ni contexto, llega a restar importancia a los acontecimientos criminales, los efectos irracionales e indeseables que alcanza la exposición de estos hechos criminales despiertan una gran preocupación tanto en los medios de comunicación como en el gobierno mexicano. El combate al narcotráfico, tiene aristas muy variadas y posiblemente una de las más importantes sea la exposición pública de los hechos, resultado del narcotráfico.

     El 12 de mayo del año 2009, el entonces presidente de México, Felipe Calderón se inconformó porque los medios de comunicación, al divulgar sin mayor responsabilidad las acciones de los criminales, les ayudan a desplegar el terror, dijo inconforme. La reacción de varios medios y comentaristas que confundieron esa exhortación con una acusación (“¡a mí nadie me dice qué escribir señor presidente!” reclamaron coléricos algunos columnistas) este hecho, llevó a Calderón a precisar una semana más tarde: “la delincuencia organizada quiere aterrorizar a la sociedad y es pertinente que los medios lo tomen en cuenta “para no consecuentar dicha estrategia”.[3]

     Sería inaceptable que, para quitarles espacio a los delincuentes, hubiera alguna forma de censura en los medios de comunicación. El expresidente Calderón no sugirió esto, resultaría irresponsable que, solamente para reivindicar su derecho a la libertad de expresión, los medios y sus operadores no se plantearan el problema que significa estar en riesgo para hacerles juego a las pandillas criminales. 

     En Colombia hace 15 años, bajo el fundamento “preferimos perder una noticia antes que una vida”, los directivos de tres docenas de medios de comunicación establecieron un “Acuerdo por la discreción” para propiciar la responsabilidad en la cobertura periodística de hechos violentos. Desde luego la situación mexicana no es igual a la de aquel país latinoamericano, que además del narcotráfico padece de una despiadada guerrilla, pero en el caso del narcotráfico precisamente, el grado de injerencia que tienen en los medios de comunicación y la insuficiente reacción social ante el crimen organizado, generan una tensa calma y una preocupación muy grande.

     En 1995 el profesor Manuel Vidal Noguera[4], de la Universidad Javeriana en Bogotá, ofreció una conferencia en donde después de calificar como narcoterroristas a las acciones criminales con las que el narcotráfico busca amedrentar a la sociedad y el Estado, explica: “El narcoterrorismo necesita la publicación espectacular de los hechos, y dentro de ella da la bienvenida a los adjetivos que se empleen, aún para condenarla, pues ellos potencian sus nefastos efectos”.[5]

     Pero ahora, como antes, en Colombia, hay grupos delincuenciales que tratan de propagar sus crímenes para sembrar desconcierto y miedo y recordemos que el miedo, también mata.

     La situación mexicana es distinta a la de Colombia, En México, la situación puede ponerse peor, y mientras las autoridades sigan corrompiendo la soberanía y sigan vendiéndose al mejor postor, las perspectivas serán inciertas, la violencia que detentan los narcotraficantes, es tal que al parecer, hasta el gobierno tiene miedo de poner soluciones, quizá desde ahora se han decidido por la “plata”, como decía Álvaro Obregón: “Mientras más matas más gobiernas”, seguramente este es el lema que siguen al pie de la letra los sicarios que tras las sombras de las autoridades se respaldan para seguir sembrando terror, para seguir con una perfecta carrera en el mundo del narcotráfico.






[1] Revista Proceso, “Prensa amenazada” 1580
[2] Luhmann, Niklas, (2000), La Realidad de los medios de masas, Anthropos Editorial, Universidad Iberoamericana, 1º ed., España.La complejidad sistémica nos remite tanto a variables cuantitativas, tales como la cantidad de elementos y sus posibles relaciones, como a la diferenciación horizontal y vertical de un sistema a los modelos y grados de interdependencia entre sus partes y entre éstas y sus entornos, y en consecuencia, un fenómeno relativo. Es decir, “Entre más complejo es un sistema, más podrá operar con negaciones, ficciones, presuposiciones analíticas o estadísticas que se distancian del mundo tal como es.” 
[3] La Cronica, mayo 2009. 
[4] Comunicador social, especialista en Comunicación para el Desarrollo y Maestro en Ciencias Políticas en Universidad Javeriana. Profesor de Negociación y Reconciliación, políticas de comunicación y de manejo de conflictos comunitarios en la misma Universidad (1986-1997) y de la negociación y la reconciliación en cursos de postgrado de la gestión en varias universidades. Profesor y director de seminarios privados de la negociación y reconciliación.
[5] ESTO, Opinión Víctor Samuel Palencia Alonso